viernes, 13 de abril de 2012

Nefertari

Nefertari, la digna sombra real de Ramsés II



  Una reina del Antiguo Egipto que supo estar a la altura de uno de sus más grandes y longevos faraones,    Ramsés II.

No se conocen a ciencia cierta los orígenes de Nefertari. Con seguridad su ascendencia no fuera cortesana sino más bien modesta. Pero ya en primer lugar su nombre nos revela alguna de sus virtudes: “la más hermosa”, “la más virtuosa”, aparte de haberse encontrado inscripciones denominándola “como la amada de Mut”.

Como esposa, supo llevar con dignidad los títulos que definían el papel esencial de consorte real: “la que preside el Alto y Bajo Egipto”, “la señora de todas las tierras ”, “la soberana del doble país”, “la que satisface a los dioses”.

 Como soberana de Egipto, desde el primer momento, la esposa del rey estuvo estrechamente ligada a sus actos principales. Participó activamente en los fastuosos ritos de coronación de Ramsés II, y al parecer supo convencer a su consorte, de asegurarse la fidelidad del rico y poderoso clero de Tebas, al nombrar como gran sacerdote de Amón, a Nebunenef.

Comprendió que como reina de Egipto, no debía permanecer al margen de los fastos y ritos religiosos y de estado, como por ejemplo en la Fiesta de Min, en la que, en algún escrito, se cita que la reina caminó por siete veces alrededor del faraón, recitando fórmulas mágicas.

Comprendió que como reina de Egipto, no debía permanecer al margen de los fastos y ritos religiosos y de estado, como por ejemplo en la Fiesta de Min, en la que, en algún escrito, se cita que la reina caminó por siete veces alrededor del faraón, recitando fórmulas mágicas.
Participó también, ayudando a su esposo, en la entonces denominada política extranjera, es decir la política exterior del reino de Egipto. Esta circunstancia se produjo en su buen hacer, con sentido esencialmente político, colaborando cautamente, a efectos diplomáticos, con una inteligente amistad con la reina de El Hatti, durante las largas negociaciones que se tuvieron que efectuar para alcanzar la paz con los hititas.

Aprovechando el gran interés y la inclinación por los lugares del Delta de su conyugue, que consideraba aquella zona como estratégica, en el marco de las relaciones de Egipto con Asia, Nefertari supo inculcar al rey el buen gusto y un estilo propio, para que fundara en el Delta una nueva capital: Pi-Ramsés (Ciudad de Ramsés).
Los escritos y representaciones describen como se construyeron templos y palacios, en donde se veneraban las divinidades egipcias en especial a Amón, pero que se llegó también a construir templos dedicados al culto de otras divinidades asiáticas, circunstancia que contribuyó con esta clamorosa voluntad de paz y convivencia, a ayudar la política oficial de Egipto, con las comunidades extranjeras.

 Según los documentos y monumentos que relatan la muerte de Nefertari, esta tuvo lugar en el año veinticuatro del reinado de Ramses, privando a este de la primera y más amada de sus consortes. Fue enterrada en una gran tumba decorada con bellas pinturas en el Valle de las Reinas. En las pinturas aparecen escenas de dioses solos o a los que ella adora y presenta ofrendas. La parte superior está adornada con fragmentos del libro de los muertos y en el arquitrabe de la puerta se puede ver a Maat con sus alas desplegadas en señal de protección. 
Fuente: Jose Domenech Gomez y egipto.com





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